Pablo Iglesias Posse (El Ferrol, La Coruña; 18 de Octubre de 1850 - Madrid; 9 de Diciembre de 1925) fundador de la Unión General de Trabajadores (UGT)

Acerca de Pablo Iglesias Posse:
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"¡Con cuánto entusiasmo oíamos aquella voz lejana, que aterró a los espíritus mezquinos de la sociedad española; pero que desde allí, lejos, bien se veía, que era la voz de la verdad". (Gregorio Marañón)
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“En cuanto a la voz de Pablo Iglesias, del compañero Iglesias, o si queréis, del abuelo, yo prefiero escucharla en mi recuerdo o, mejor todavía, en labios de otros hombres no menos auténticos, no menos verdaderos, que aún nos hablan al corazón y a la inteligencia”. (Antonio Machado)
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“Lo considero el español más eminente de su época, aunque en política haya habido otros más sabios y tan virtuosos como él. Le superaron en sabiduría y le igualaron en virtudes Costa, Salmerón y Pi y Margall. ¿Pero quién realizó obra más eficaz, extensa y profunda que la suya?” (Indalecio Prieto)
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“Y es menester acentuar que Pablo Iglesias tiene derecho a que su vida sea contada -como un ejemplo que solicita la imitación-, cualquiera que fuese la aquiescencia que a sus opiniones se le preste”. (Ortega y Gasset )
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"Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado, admirable, que hay en la España política. […] ¡Es por el socialismo por donde llega la aurora!" (Benito Pérez Galdós, "Benito el garbancero" (El Imparcial, 13 de mayo de 1910))
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"A ver si descubren el socialismo de Pablo Iglesias, actualizado y puesto al día. Pablo Iglesias se enfrentaba a unas condiciones de dominación y explotación diferentes a las de hoy.
Esto es el socialismo: denunciar cada día la injusticia, denunciar cada día la opresión, denunciar cada día los comportamientos antiéticos, reivindicar cada día la participación democrática hasta sus últimas consecuencias". Pablo Castellano.
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"La voz de Pablo Iglesias tenía para mí el timbre inconfundible de la verdad humana. Era yo un niño de trece años; Pablo Iglesias un hombre en la plenitud de su vida. Recuerdo haberle oído hablar entonces - hacia 1889 - en Madrid, probablemente un domingo (¿un primero de mayo?), acaso en los jardines del Buen Retiro. No respondo de la exactitud de estos datos, tal vez mal retenidos en la memoria. De lo único que puedo responder es de la emoción que en mi alma iban despertando las palabras encendidas de Pablo Iglesias. Al escucharle hacía yo la única honda reflexión que sobre la oratoria puede hacer un niño: "Parece que es verdad lo que ese hombre dice"... Porque antes de Pablo Iglesias habían hablado otros oradores, tal vez más cultos, tal vez más enterados o de elocuencia más hábil, de los cuales sólo recuerdo que no hicieron en mí la menor impresión... Lo cierto es que las palabras de Iglesias tenían para mí una autoridad que el orador había conquistado con el fuego que en ellas ponía y que implicaban una revelación muy profunda para el alma de un niño. De todo el discurso, en el que sonaba muchas veces el nombre de Marx y el de algunos otros pensadores no menos ilustres... sacaba yo esta ingenua conclusión infantil: "El mundo en que vivo está mucho peor de lo que yo creía. Mi pobre existencia de señorito pobre reposa, al fin, sobre una injusticia"... Mucho he pensado durante mi vida sobre esta primera meditación infantil, que debía a las palabras del compañero Iglesias” (Antonio Machado,)
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